Preguntas pretenciosas

Lo que llamamos "animal" o "planta" son formas de organización celular concreta, una forma de agrupamiento de los tejidos y organismos que pueblan el planeta. La vida es omnipresente. Si tuviéramos unas gafas que nos permitieran ver todas la formas de vida, apenas quedaría un hueco en nuestro campo visual sin alguna especie de microorganismo que lo cubriera. Vivimos sumergidos en un mar de vida, que nos abraza y nos penetra. Cuando un ser vivo muere, en realidad lo que sucede es que se "reorganiza" la vida que lo habita y rodea. Los seres que aceptamos normalmente como presentes son cúmulos, nudos organizados, de millones de millones de otros seres más diminutos. Este hecho me llena de inquietud, de una extraña sensación de fragilidad y estupor. En su esencia, esa visión total de la naturaleza como un gran sistema de vida interconectada tiene profundas implicaciones filosóficas y políticas. Recuerdo que de niño me sucedía lo mismo con una noción de la teología católica: el "cuerpo místico" de Dios, representado en la iglesia de los creyentes. Todos los miembros pertenecen en realidad a un solo ser, a un único megaorganismo. De algún modo nuestra visión antropocéntrica de la realidad presente y de la historia es una lucha contra esa concepción -de origen medieval en el caso europeo-. Nuestra moral individualista, nuestros "derechos del hombre", nuestra visión de obligaciones, responsabilidades, culpas, odios y retribuciones se basan en ese concepto en el que comunidad e individuo se relacionan de forma tensa y problemática. Es evidente que un mundo construído en torno a esa visión -que el individualismo capitalista ha llevado a su extremo- ha resultado un desastre para la Humanidad. Es evidente, igualmente, que hoy surgen nuevas formas de organización que tienen la idea de "red", de "interconexión", de "comunidad", en su corazón. El torrente de la historia avanza en una dirección diferente. Me pregunto cuánto de esa visión antropocéntrica e individualista quedará en un futuro. Me pregunto qué se puede salvar del humanismo que esa visión generó, de los derechos inalienables que esa visión generó. Cuánto del Uno quedará para poder salvar al Todos, suponiendo que ese hecho se produzca realmente.  

Comentarios

Entradas populares de este blog

Mateo, de Armando Discépolo

Una estación de amor, de Horacio Quiroga

El joyero, de Ricardo Piglia