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Mostrando entradas de febrero, 2016

Incendio

Arrasados por el tiempo perdido, los niños amables han vomitado este caldito insalubre. Sin agua, sin brillo, sin alegría, las traiciones se han solidificado en peticiones de perdón, de puesto, de huecos alrededor de la estufa. Los sueños alelados parieron su secreto proyecto: un cinturón de corcho alrededor de cada verdad. Se mueren los viejos, azules e hinchados de moderación y márgenes decrecientes. Y los otros, todos los demás, arrastran las pesadas piedras de su absentismo. Se ahorcó la vaca. Se murió la vaca. Se pudrió la vaca. Los lobos fueron cazados. Sus pieles adornan los vestíbulos. Los sótanos de los aeropuertos están abarrotados de infelices que creyeron existir. El eco de sus gritos no llega a las recepciones. Las paredes quedaron salpicadas de pelos, de uñas, de sangre. Y los verdugos volvieron con sus trapos, a reivindicar la bendita equidistancia de botas y porras. Volvió la sopa de la común aquiescencia: la rendición hecha piel, escondida bajo mil capas de astucia.