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Mostrando entradas de octubre, 2010

España, espejo deformante

En España deberíamos reflexionar sobre nuestros desconocimientos , sobre nuestros intereses no conscientes o sólo medianamente conscientes, y sobre la gravedad de esos desconocimientos y la tendencia de esos intereses. Un puñado de empresas españolas lleva más de veinte años invirtiendo en toda América Latina con el apoyo del estado, de la Unión Europea y, hasta ahora, de la acomplejada y antinacional perspectiva de los gobernantes locales. Esas posiciones empresariales en la región se fueron afianzando durante los gobiernos más detestables, corruptos y catastróficos de la historia reciente del continente. De hecho, fue la entrada de esos capitales internacionales uno de los sostenedores y objetivos últimos de esos gobiernos corruptos. Grandes corporaciones que descompusieron, corrompieron y desmantelaron frágiles estructuras estatales.            Esos mismos mecanismos los aplicaron igualmente en España. El desastre económico que se está viviendo allá en estos días tiene ese origen f

El Solitario y La muerte de Isolda

Un orfebre asesina a su mujer clavándole una obra valiosísima: un solitario -un alfiler de hombre- con un brillante engarzado. Trata Quiroga el orgullo despreciado, la neurosis, la crueldad. Para hacerlo nos esconde el pensamiento de Kareem, el joyero asesino. Su mujer lo putea durante meses porque no le compra nada y "no la cuida", a pesar de que él lo hace todo por ella. Bueno, básicamente trabaja como una bestia por ella. Pero a ella no le es suficiente. Y finalmente le falta el respeto. Es decir, le dice que le ha sido infiel, que es un cornudo. Mientras ella duerme, la asesina.  De nuevo el horror ante la ciudad, ante el trabajo serial y obsesivo, ante la deshumanización. El hecho de que las joyas pasen por sea casa y sin embargo ni Kareem ni su mujer puedan disfrutar de la más mínima comodidad crea la atmósfera de horror. Quiero decir, no son enfermos porque sí. Los personajes de Quiroga están enfermos de modernidad, de alienación.  En cuanto a La muerte de Isolda , e

Una estación de amor, de Horacio Quiroga

Es un cuento duro, triste, despiadado. El amor juvenil de Octavio Nébel por Lidia pasa desde el candor de la adolescencia a la putrefacción de una madre morfinómana que once años después del primer encuentro muere en la quinta de Nébel. Termina todo con la entrega de un cheque de diezmil pesos a Lidia. Es un cuento sobre el amor en la civilización, que sometido a los azares y a las presiones de la sociedad termina en nada, en asco, en un cheque al portador. El estilo es escueto, y tenso. Hay algo oscuro y una absoluta ausencia de sentido del humor. Quiroga se toma en serio a sus personajes, y a su clase. Es un cuento sobre un amor desgraciado en el seno de la burguesía de Concordia a principios del veinte. Hay algo de remedo de la sociedad europea, pero más franco y brutal. El personaje de la madre es fantástico: una morfinómana que navega entre la sociedad acompañada por la morfina, que no le deja llegar a los cincuenta años. Quiroga describe el riñón de la mujer como una especie de r
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 Esta me parece una buena pregunta. Para muchos la respuesta es "casi todo".

Ensayando Don Juan en el Padelai

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Lectura dramatizada de Tetris, de Jordi Casanovas, en el CCEBA de Buenos Aires

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