Curuzú






A 29º 47' latitud sur se encuentra Curuzú Cuatiá. Estamos en la provincia de Corrientes, Argentina. Si siguiéramos una línea imaginaria que recorriera el planeta hacia el este partiendo de la calle principal de Curuzú en la dirección exacta que sugiere su meticuloso y castrense trazado, atravesaríamos el río Uruguay y rozaríamos la ciudad de Uruguaina por su costado sur. Quedaría cerca de nuestra ruta Sao Pedro do Sul, Santa Cruz do Sul, Taquari, cruzaríamos entre Canoas y Novo Hamburgo, muy cerca de Porto Alegre, y llegaríamos al Atlántico en las playas de Xangri-Lá. Al cruzar el Atlántico nos quedaría al norte la isla de Santa Elena y al volver a topar con tierra nos encontraríamos en las costas de Suráfrica, en un lugar bastante inhóspito: una franja de desierto de trescientos kilómetros hasta las montañas del Parque Nacional Skilpad y Namaqua, un poco al norte de la ciudad de Kamieskroon. Después cruzaríamos el río Vaal, y atravesaríamos el campo de la batalla de Boomplaats, en la que en 1848 -casi cuarenta años después de ser fundada Curuzú- los boers y los británicos se dieron una interesante paliza con el discreto resultado de siete muertos y veintidós heridos. La victoria, claro, fue para los británicos, que cuadriplicaban en número a sus contrincantes boers. Un momento antes habremos dejado tras nosotros la mina de Jagersfontein, que es el agujero realizado con tracción humana más grande del mundo. Se empezó a excavar en 1888 y de allí surgieron dos de los diez diamantes más grandes jamás hallados: el Excelsior (con novecientas setenta y dos caras y 194 gramos de peso) y el Reitz (hoy en día llamado Jubilee). Continuando el camino pasamos por el borde de Hobhouse, que es un pequeño pueblo de granjas de maíz, trigo, queso y ganado cuya cuadrícula parece una prolongación diferida de la de Curuzú. Al sur de nuestro trayecto queda Mafeteng, una ciudad de treinta mil personas sin cuadrícula ni orden urbanístico de ningún tipo.

Cruzamos entonces una cordillera, las montañas de Lesotho, con increíbles saltos de agua. Hemos atravesado tres cuartos del interior de Suráfrica. Las cualidades más comunes para referirse a esta región son su carácter rural, la presencia de los cuentos y músicas originales de sus habitantes anteriores a la conquista, y el refugio en Free State -el nombre de una de las provincias- de los holandeses más opuestos a pertenecer a ningún estado. Se dice de ellos que son gente recia, de buen humor, que adoran montar a caballo y cuidar sus tierras y ganado. Son bastante literales a la hora de bautizar la orografía. El pico más alto de la zona, por ejemplo, se llama "Snow Caped Peak". O iban con prisa o no tenían gran preocupación en ser originales.

Siguiendo nuestra ruta en línea recta pasamos junto a Mkhambathini, Ilanga, Mpumalanga, Hillcrest, Kloof, New Germany y llegamos a las costas del Océano Indico en la ciudad de Durban. A través del mar pasaremos al sur de Madagascar (exactamente a 450 kilómetros) y de la islas Reunión y Mauricio. Llegaremos a la costa occidental de Australia, donde probablemente no encontraremos a nadie o a un grupo de surferos realmente radical y misántropo. Atravesaremos el Parque Nacional de Tathra, dejaremos atrás la ciudad de Leinster y cruzaremos las montañas Ediacara hasta la costa de Grafton. Habremos cruzado, trazando una fina línea recta, el interior de Australia.

El interior de Australia es un lugar peculiar. Sus habitantes conservan los usos y costumbres aborígenes, así como sus cuentos y músicas. Se dedican fundamentalmente a la agricultura y la ganadería y montan a caballo. Mucho. Les gustan mucho los caballos, a los autralianos del interior, así como reunirse y contar sus viejas historias. Tienen fama de duros y silvestres -la figura de Cocodrilo Dundiee surge de este mundo del  interior de la Australia del Oeste-. 

Cruzando el mar de Tasmania dejaríamos al sur Nueva Zelanda, dejaríamos al norte las islas Cook y nos adentraríamos en la polinesia. Después atravesaríamos un trecho de unos cinco mil kilómetros de Océano Pacífico con pequeños archipiélagos de nombre inquietante, como las islas Desventuradas, y finalmente llegaríamos a Chile, al norte de La Serena. Cruzaríamos los Andes a la altura de un lugar llamado Minas Tambo, de las que curiosamente extraen cobre. Ya en Argentina pasaríamos junto al Valle de la Luna, en la provincia de San Juan, repleto de fósiles de dinosaurios del triásico. Después por La Rioja, a pocos kilómetros del centro de Chamical de cohetes autopropulsados, el lugar de la mayor contribución argentina a la carrera espacial. En 1972 la carrera siguión sin Chamical, y ahora es un lugar de estudio de la atmósfera. Después atravesaremos el sur de la provincia de Catamarca y el norte de la de Córdoba, por la zona de las grandes salinas. Atravesaremos el sur de la provincia de Santiago del Estero, la provincia de Santa Fé, y, finalmente, dejando atrás Reconquista, habremos llegado de nuevo a Curuzú Cuatiá.  

Si caminamos tranquilamente por la calle principal de Curuzú, es probable que terminemos tomando una cerveza en la vereda. Tendrá que ser más tarde de las cinco y media de la tarde, para haber hecho siesta y tomado mate. La noche anterior es posible que haya caído una fantástica tormenta de verano, con rayos que iluman el horizonte hasta el zenit. Si estamos allí, a 29º47 minutos de latitud sur, a 58º03 minutos de longitud oeste, en una tarde de verano, sin prisa y con tiempo, seremos unos tipos con suerte.



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