Antes de que me olvide, de Enrique Pinti




Teatro Maipo. Función presenciada: 11 de febrero de 2010

Pinti tiene setenta años. Es un viejo lúcido y sabio. Un actor asombroso. Un ciudadano protestón, que de la protesta, de su propia irritación, hace su arte. En 1983 Enrique Pinti estrenó el espectáculo más visto del teatro argentino de todos los tiempos: "Salsa criolla". Era un relato teatral-musical que recorría la historia argentina desde el descubrimiento de América hasta la actualidad del momento. Estuvo diez temporadas en escena, se exhibieron tres mil representaciones, asistieron tres millones de espectadores y recibió numerosos premios. Este hombre tiene una tribuna político-teatral ganada en Corrientes. Llena los teatros -lo último que hizo antes de este nuevo show fueron Los productores, de Mel Brooks y Hairspray- y su público le adora. La comunión es absoluta.

Practica el humor político. Básicamente hace un repaso a la historia argentina desde sus inicios, y de lo que él ha visto y vivido. Es un hombre culto, y lo reivindica. Es un cómico profundo, muy inteligente, muy tierno, muy ácido y muy -muy- divertido.

Su punto de vista es el de un ciudadano argentino harto. Dispara a diestra y siniestra, e intenta una y otra vez explicar las contradicciones y vergüenzas de la política y la sociedad. Roza la línea del absurdo, sin llegar nunca a traspasarla. El discurso prima -él mismo se burla, diciendo "y ahora ya termina el panfleto"- sobre la teatralidad.

En el caso de este último espectáculo -el único suyo que he visto- la puesta en escena es bastante aburrida, la verdad. El tema es la memoria. El Alzheimer aparece encarnado en un personaje alemán que amenaza al propio Pinti con la desmemoria. Compara Pinti esa desmemoria galopante con la de la propia sociedad argentina, que se deja "garchar" una y otra vez por los mismos "hijos de puta". Esa es la excusa para exhibir el increíble arsenal de reflexiones del cómico, como una muestra de resistencia ante el olvido de la historia común. Curiosamente, un espectáculo basado en el propio actor tiene poco de autobiográfico. Hay poco teatro del yo, y mucho teatro del nosotros. A Pinti le interesa su público, y lo que su público y él han vivido y viven juntos, más que sus propias experiencias. El tema de la propia memoria, del propio terror ante la pérdida de esa prodigiosa capacidad, apenas si es esbozado con un par de chistes.

Números de revista clásica van ilustrando diferentes momentos de Argentina desde 1810 hasta hoy. El tema del cachondeo sobre los festejos del bicentenario da para mucho, pero Pinti prefiere mantenerse en un plano más verbal, con una sátira más ideológica. Resulta obvio que él está muy por encima del show, y uno prefiriría verle en un espacio limpio y poder recibir la esencia del texto y del actor sin tanta intermediación que más allá de la buenísima factura artística y técnica no añade gran cosa.


Ficha técnico artística



Autoría: Enrique Pinti

Actuan: Jesica Abouchian, Rodrigo Cecere, María Fernández, Agustin Gonzalez Maccagno, Pablo Juin, Juan José Marco, Milagros Michael, Gustavo Monje, Julia Montilengo, Laura Montili, Enrique Pinti, Pedro Velázquez
Diseño de vestuario: Renata Schussheim
Diseño de escenografía: Alberto Negrín
Diseño de luces: Gonzalo Córdova
Música original: Julián Vat
Letras de musicales: Enrique Pinti
Diseño gráfico: Alfredo Sabat
Producción artística: Lino Patalano
Producción ejecutiva: Cipe Fridman
Coreografía: Elizabeth de Chapeaurouge
Dirección: Ricky Pashkus




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