Es un documental muy interesante, fechado en 2002, que habla sobre la muerte y la catástrofe personal. A través de la decadencia de Ricardo Liaño, un aventurero español anciano y cercano a la muerte, conocemos algo de la sociedad chilena de principios del siglo XXI. El personaje es una especie de Falstaff contemporáneo, lunático, estafador, mentiroso, ególatra, tierno, peligroso, moribundo, cruel. La realización y la edición me han parecido ajustadas y alejadas de cualquier tentación melodramática. De hecho, por momentos, me pareció una película graciosa dentro del contexto de horror en el que nos sumerge. Es un horror cotidiano, desprendido de toda épica. Sencillamente cuenta el final de un hombre de ochenta años que intentó un sinfín de aventuras y tráficos, y ya ni siquiera él mismo sabe cuál es la verdad de todo ello, a la manera de El viaje a ninguna parte , de Fernán Gómez, o Entrevista , de Fellini. La presencia del guionista dentro de la trama le añade un punto casi surrealista...