Anatomía de un instante, de Javier Cercas



Cuatrocientas páginas de marear la perdiz con una excelente prosa y repeticiones obsesivas. Todo gira en torno a la búsqueda de la esencia de un gesto. En realidad, de tres gestos, las tres negativas de Suárez, Carrillo y Gutiérrez Mellado a tirarse al suelo cuando Tejero dispara al techo del Congreso. Según Cercas, en el gesto de Suárez, en su negativa, está cifrado todo el acontecimiento y toda la transición política. En el fondo la tesis es la de siempre, la tesis oficial de la Transición: Suárez y Carrillo como héroes de la retirada y la concordia en un país de fanáticos e irresponsables. Hay mucho izquierdismo falso y poco respeto a las víctimas del franquismo. Es un libro muy divertido que a mí no me ayuda especialmente a entender nada que no entendiera ya. Al final, Cercas recurre hasta a su propio padre para aflojar nuestras lágrimas y meternos el mismo mensaje extorsivo con el que hemos crecido toda la generación de los setenta: era "eso" o el abismo. Es decir, de nuevo, una transición a punta de pistola. Dentro de la situación se supone que estos tipos lo hicieron muy muy bien. No lo dudo. Pero no deja de ser cierto que se hizo con la pistola en la frente. No sé. Todo suena a la misma presión de siempre, al mismo posibilismo. Es el mismo posibilismo de estos días: "los mercados" o el abismo. O te recorto derechos o te quedas sin derechos. Y claro, o colaboras o eres un irresponsable. Pero es que lo contrario también es un aburrimiento. Estoy harto de la resistencia. Estoy harto de resistir. Estoy harto de odiar y sobrevivir sin futuro. Estoy harto de perder y quejarme y estoy harto de hacerme cómplice de mis verdugos. El ciudadano contemporáneo está condenado al colaboracionismo. Y no parece que le quede otra cosa. Pero a lo mejor tiene razón Cercas, y es puro izquierdismo estetizante y adolescente, y hay que pensar en todas las libertades de las que gozamos. No sé. A lo mejor hay que usar la libertad. A lo mejor cuando lo haces te revientan a hostias. A lo mejor es todo mentira. Pero no me lo creo. No me van a convencer de que los trabajadores se merecen que los destrocen. No voy a aceptar los discursos culpabilizantes.

Pero vamos, que sí, en relación al libro, es un libro de puta madre, muy bien escrito y divertidísimo. Es un libro sobre la negociación, sobre las limitaciones de la vida, sobre la no plenitud. Creo que no hay ninguna palabra tan lejana de lo español como "plenitud". A lo mejor es que plenitud es incompatible con vida adulta. Y España es un país en el que se nos pide todo el tiempo que seamos adultos, excepto cuando se trata de gastar, que tenemos que ser niños. Adultos para no protestar. Niños para consumir. 

Y lo del género. No tiene género. Es un ensayo extraño. Ensayo obsesivo.

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