Un poema perdido sobre el Lejano Occidente
Al fondo del mundo
atravesando el recuerdo de lo existente
y evitando
a las bestias a caballo
están nuestros iguales.
Construyen en piedra.
Ofenden a sus dioses.
Matan y roban.
Aman la seda.
El lujo corrompe aquel lejano imperio.
Su oro fluye hacia nosotros
pero queda en manos de los crueles,
de las bestias,
de los asesinos.
Fuimos a ver al Gran Emperador.
Tardamos cuatro años.
No recuerdo quién era al llegar allí.
Su inmenso poder no conoce más límite que el Cielo.
Y el tiempo.
Trajimos vidrio.
En los extremos del fino hilo
de sendas y refugios
laten los dos imperios.
Son sutiles en sus pensamientos.
No sienten nada.
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