Que los médicos libres
curen a los hombres libres.
Que los médicos esclavos
curen a los hombres esclavos.
¿Y las mujeres?
¿Y los extranjeros?
¿Y los racializados?
Qúe miedo tienes, ateniense.
Qué atroces tus leyes.
Qué espantosos tus consejos a los espartanos y cretenses.
Qué vacuo tu orden.
Qué vacío tu proyecto.
El mundo estalla a tu alrededor,
y el pánico que te ahoga
reverbera en todo el mundo.
No eres el único.
Allá lejos.
Acá cerca.
Tras el Himalaya,
sucede la nueva verdad.
El Tao habla
y tú temes
ateniense.
Buda despierta
y mueren los antiguos dioses.
Vienen hasta el Occidente a descansar.
Yo lo vi.
En un valle afortunado.
Yo lo vi.
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