Leo fragmentos del procedimiento de La Púnica. Al mismo tiempo, estudio Derecho Administrativo. Los autos publicados son como una clase práctica. ¿Qué sucede cuando el Estado establece para si mismo zonas de nadie en las que la actividad privada participa con privilegios e invitaciones? A lo largo de los años, los dogmas del tatcherismo han ido calando en las legislaciones mundiales. El resultado ha sido otorgar a una multitud de entidades y brazos de la administración la posibilidad de regirse por el Derecho Privado y, por tanto, tener una vinculación negativa con el derecho en general, lo cual significa que ya no pueden hacer sólo aquello que está regulado, sino que pueden hacer todo aquello que no está expresamente prohibido. Ese salto es fundamental para entender los fenómenos que estamos viviendo. La empresa privada ha penetrado al estado por medio de ya tres generaciones de políticos ultraliberales, que han dejado abiertas las puertas de la ciudad para que fuera invadida por los bárbaros conseguidores. Mientras tanto, los impuestos siguen siendo pagados en su gran mayoría por las clases trabajadoras. El resultado es esta refeudalización y la bajeza en la que vivimos. El poder se justifica por su propia capacidad de ser ejercido, y el emprendedor en materia de corrupción lo tiene infinitamente más fácil. De hecho, si alejamos el foco, es como si el estado se hubiera expuesto ansioso para ser desvalijado, en una especie de invitación erótico pecuniaria. Todo este proceso ha ido acompañado de una gigantesca maniobra de distracción histórica. Las guerras, las elecciones, las discusiones de todo tipo, los sucesivos shocks, ... no hacen más que distraer al pagador de la mayor estafa realizada nunca. El resultado es la desigualdad tendente a un explosivo absoluto y la imposiblidad de realizar actividades productivas de forma libre e independiente.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Mateo, de Armando Discépolo

Una estación de amor, de Horacio Quiroga

El joyero, de Ricardo Piglia