Evolución, de Richard Dawkins



Didáctico, divertido, profundo, fascinante, hipnótico. Es un libro sobre la teoría de la evolución de Darwin. Más específicamente es un libro de defensa de dicha teoría frente a sus detractores creacionistas. Abre y cierra alertando sobre el hecho de que más del cuarenta por ciento de los estadounidenses y un porcentaje creciente de europeos piensan que la tierra es reciente -menos de diezmil años- y que las especies siempre fueron como son ahora o bien que fuerzas sobrenaturales participaron en su configuración: la llamada "teoría del diseño inteligente". En relación a esta última hipótesis pseudo científica es muy pedagógica la recurrente metáfora del tablero de dibujo frente a la sucesiva suma de ínfimas mejoras sobre un "artefacto biológico" que no puede ser rediseñado porque tiene que seguir reproduciéndose de forma efectiva entre las sucesivas generaciones. El "regreso" al tablero de dibujo es imposible, explica una y otra vez Dawkins. Es muy divertido -por irreverente- los capítulos en los que hace un retrato de ese supuesto dios "inteligente". De existir sería un ser bobo, negligente, distraído, cruel y con gusto por el absurdo. La belleza de la vida tal y como la conocemos se basa en un juicio cultural, y si profundizamos asistimos a toda una maraña de compromisos y fracasos parciales, de ineficacia a largo plazo y de gasto inútil. El economicismo del autor es muy significativo y constante.

Es un libro sobre la estructura de la vida desde ese punto de vista darwinista radical del que hace gala Dawkins, y una denuncia del empobrecimiento cultural que supone que los conceptos científicos más sencillos no estén presentes en la cultura general de los ciudadanos. Ese hecho debería ser una señal de alarma muy grave. Resulta significativo que los dos grandes núcleos de revisionismo de la ciencia -para desprestigiarla y hacerla retroceder- provengan de los grupos evangelistas más reaccionarios y de los islámicos más integristas. Ambos extremos se tocan en la lectura literal de fragmentos bíblicos y coránicos. El empobrecimiento cultural que se deriva de ello es obvio, y sus consecuencias políticas e históricas evidentes y sufridas por todos. No es un problema menor, desde luego, porque implica a concepciones del mundo excluyentes e incapaces de aceptar el resto de premisas derivadas de una visión racionalista del cosmos.

Más allá de la militancia del autor en relación con la defensa de la teoría evolutiva, es una obra increíble para entender cómo se desarrolla la vida en general y las especies sobre el planeta. Los capitulos sobre embriología, sobre el comportamiento del ADN y su duplicación, sobre las mutaciones neutrales, sobre la historia nuestros ancestros antropoides, o sobre la especiación en Galápagos, son apasionantes, y provocan esa sensación infantil de encuentro con lo maravilloso. Explica de forma accesible la increíble complejidad de la existencia y desarrollo de los seres vivos, sin renunciar al rigor y sin tomarte por tonto.

Por el contrario, para mí, están igualmente presentes los peores rasgos del darwinismo, y que tienen que ver con su contexto histórico, y muy especialmente el de su creador, Charles Darwin: competitividad como "motor universal", lucha feroz como conducta generalizada, escasez de recursos como explicación de la creatividad, etc... todas esas recontextualizaciones que desde otros campos científicos y humanísticos hacía la ciencia victoriana para, mientras estudiaba el mundo, darle una explicación de claro cariz social y político. La radicalidad y la militancia de Dawkins le hacen no mostrarse tibio y reivindica esa herencia. En un determinado momento escribe casi literalmente que la naturaleza se comporta tal y como Adam Smith describe el comportamiento de los hombres en su teoría económica. Está Malthus, el individuo frente al estado, y todo el resto de paradigmas transversales entre la economía y la biología que hace ya mucho tiempo fueron desarmados por admirados colegas de Dawkins, y que él sigue discutiendo. Este punto del libro a mí me parece poco honesto, la verdad, porque así como se esfuerza en explicar los delirios de los creacionistas -siendo, como son, delirios- no dice una sola palabra de las teorías alternativas de la evolución que, sin renunciar a Darwin, han intentado desligarlo de sus conexiones históricas originarias, y que sí están sostenidas por científicos solventes que las defienden con métodos científicos. Menciona de pasada y con desprecio la hipótesis de una herencia epigenética, por ejemplo. Y se niega a profundizar en la evolución de virus y bacterias, cuando es un gran tema de la biología molecular en relación al traslado "horizontal" de información genética. Para hablar en términos deleuzeanos, es un gran libro basado en el pensamiento "patriarcal", vertical. Hay poco rizoma, en Dawkins. Su brillante mente funciona en sintonía con la de su adorado maestro Darwin, y busca siempre genealogías y paternidades para explicar el mundo. En cierto modo no puede ser de otro modo, pero para mí las conclusiones son los menos interesante. Hasta llegar a ellas he asistido como un niño fascinado al maravilloso tesoro de la explicación de la vida en la Tierra.


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