Princesa (Han Gong-Ju), dirigida por Lee Su-jin

Algo huele a podrido en Seúl. Obra maestra. Terrible y fascinante. Irresistible. Este hombre rueda como dios. La escribe, la produce y la dirige. Es su primer largo. Grande.

La peli se base en la manada del Instituto de Miryang, que se produjo en 2004. Durante once meses 41 alumnos masculinos violaron un número indeterminado de veces a una alumna del instituto de 14 años, a su hermana de 12 y a su prima de 16. El proceso policial y judicial fue vergonzoso, y traslució la misoginia institucional surcoreana. Los familiares de los violadores eran poderosos, y amenazaron a las víctimas. Como en el caso de la manada de Pamplona, llegaron a presionar y hacer lobby a través de la televisión sensacionalista. La derecha sociológica surcoreana tomó el asunto como una batalla cultural a ganar al feminismo. Y la ganaron. Vaya si la ganaron. La policía filtró los datos de las víctimas, que fueron linchadas mediáticamente. Las obligaron a careos directos con sus atacantes, mientras se les preguntaba sobre si había habido o no penetración en tal o cual ocasión. Una de las víctimas tuvo que ser hospitalizada en un centro psiquiátrico. En 2007 se declaró culpable a la policía de Miryang por negligencia en la protección de las víctimas, y se les condenó a pagar una indemnización de 50 millones de won, que son, más o menos, 38.000 euros. La Corte Suprema los levantó hasta la increíble cantidad de 45.000. El padre de la principal víctima firmó las conformidades.




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