Dice Eduardo Mendoza que lo más bello de El Quijote es ver cómo dos hombres -un intelectual y un analfabeto- se hacen amigos, contradiciéndose, discutiendo, compartiendo la vida. 

En esa amistad está la posibilidad de la democracia moderna, y su mentira. Don Alonso golpea a Sancho en repetidas ocasiones, y esa violencia no impide que Sancho lo siga y lo quiera. El "encuentro", en realidad, nunca se llega a producir, pero sí la ilusión del encuentro, lo cual permite que las castas medievales se prolonguen en formas más benignas, por medio de juegos de ensueño y disfraz. Podríamos definir la sociedad burguesa como un juego de ensueño y disfraz de la segmentación medieval. Cambian nombres y rostros, pero el capitalismo tiene una raíz claramente feudal, y una ideología subyacente análoga. En cierto modo, esa amistad entre Quijano/Quijada y Sancho es una versión menos extorsiva de la intercesión de las sabinas tras su rapto en el cuento romano. La tradición dice que son ellas las que separan a romanos y sabinos para evitar que sus maridos e hijos mueran a manos de sus padres y hermanos o viceversa. Es decir, son ellas solas las que, con su intercesión amistosa, que busca, claro, que no corra más la sangre, legitiman la violación masiva a la que se han visto sometidas. Recordar que los romanos, en vista de que no tienen suficientes mujeres para el terreno que han conseguido conquistar, hacen un llamamiento a los pueblos vecinos para que les entreguen mujeres. Ante la negativa unánime toman la decisión de raptar las mujeres de los sabinos. Hacen una incursión y se llevan a sus mujeres, a traición y de forma sucia y deshonrosa. Las reparten entre ellos como si fueran objetos y, años después, cuando los sabinos se han recuperado y vuelven para vengar el crimen, se produce la escena de la intercesión femenina. Al final se supone que hay un pacto y la incorporación de los sabinos al pueblo romano. Es decir, se indemnizan los daños y se resuelve con un acuerdo. Se termina el ciclo de venganza y, como en la Orestíada, se da nacimiento a un nuevo ciclo en el que ya no latirá el horror de la venganza como motor.

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