Se inició el cinco de febrero del año 1166 anterior a nuestra era, por aquel entonces conocido como décimo día de la estación de Pa en Mejer, en el décimo octavo año del reinado del faraón Ramsés III, encarnación de Horus, hijo de Ra, divino guía de los Tres Reinos, y portador de otro medio centenar de títulos que lo elevaban, a ojos de sus súbditos, a la categoría de ente inapelable y divino. Fueron ciento veinte trabajadores, de los más diversos oficios, desde albañiles a canteros, pintores, tallistas de relieves o escultores, ocupados todos ellos en la construcción de tumbas en Deir el Medina, en la ribera occidental del Nilo, y dependientes, por tanto, del Estado. En los últimos tiempos se acumulaban problemas graves que todo el mundo percibía: inflación, escasez, guerras múltiples e incomprensibles, corrupción y esclerosis burocrática. Los obreros llevaban más de veinte días sin recibir sus salarios porque el gobernador de Tebas oriental y sus s...