Syntagma - Omonia
La mirada del filósofo. Serena. Inquisitiva. Afilada. Triste. Una mirada fascinante. En sus cuencas aún quedan fragmentos de la pasta de vidrio original. Podrías estar horas mirándolo. Es una especie de tratado condensado.
En la mirada de este hombre había un mar de cansancio, de dolor, de
miedo. Estaba dentro de la carpa de Syriza en Atenas. Desde la lona
miraba con ansiedad la pantalla mientras aparecían los contradictorios
resultados. A su alrededor había italianos, alemanes y españoles con
ganas de celebrar, impacientes. A él lo vi después abrazarse a algún
compañero, y sonreír. Ellos, los trabajadores de esta edad, se dan a si mismos por perdidos. Les preocupan sus hijos, sus nietos...
Hice esta foto porque estos dos intrumentos son prácticamente el mismo. La diferencia fundamental está en la distribución de los trastes. El que está en primer plano es griego, y la distribución se corresponde a nuestros intervalos de semitono. El de atrás es turco, y los intervalos de cuarto de tono hacen que la armonía suene totalmente diferente. Ambas músicas se complementan, y beben de una fuente común. Hay una melancolía compartida, y un abandono a la obstinación de líneas que terminan abriendo la percepción. El sufismo subyace. También el alcohol.
Un niño cabalga a pelo un caballo a la carrera. Arrebata la fuerza del conjunto, y no puedes evitar pensar si conseguirá no caer, a dónde se dirige, de qué huye, qué busca... y también te das cuenta de que ya es tarde, porque ya pasó... El tiempo hecho forma. La urgencia de la vida. La libertad. La fragilidad.
Hay dos presencias en Atenas que jamás pasan desapercibidas. Una de ellas es esta. El policía armado y con chaleco antibalas. No son tantos. La mayor parte de las patrullas, no muy numerosas, apenas van correctamente uniformados. Cuando aparece uno de estos, imagino que equivalente a un UIP, nada es fácil. Su forma de mirar, de caminar esperando que la gente se aparte, la arrogancia evidente... Tienen una noción clara de estar ocupando su propio país, y su actitud lo confirma en todo momento.
La otra presencia es esta: el pope, el sacerdote. Su corpulencia parece formar parte del hábito. He visto popes ortodoxos en Creta, en Tesalónica, en monasterios del interior de Macedonia... y la práctica totalidad exhiben sus corpachones rotundos, los hábitos bien cortados, las uñas sucias, las largas barbas, los malos modos. Los vendedores del mercado de antigüedades del barrio de Plaka lo miran mal nada más llegar. La codicia de los eclesiásticos griegos es un lugar común. Sus posiciones reaccionarias y su presencia en todos los órdenes del país también.
La pobreza en las calles es vergonzosa: se tapa, se esconde, huye. Cuando ves a alguien en un soportal es que todas las alternativas "invisibles" se han agotado. Muchas de las personas que deambulan con carritos han caído en los últimos años. Son gente mayor, en su mayoría, aunque también ves jóvenes. La evidencia de inestabilidad, de falta de adaptación al horror de la miseria, perturba. A la pesadilla de la pobreza se añade una cierta sensación de absurdo, de vértigo; al dolor material, la humillación.
Eran las diez menos cuarto del 25 de enero de 2015. Enfrente de la Academia estaba preparado el estrado para que interviniera el próximo líder del gobierno. El atril aún no tenía nombre, ni cartel.
En ese momento apareció este trabajador. Llevaba el cartoncillo con el logo de Syriza. La gente empezó a aplaudir. Ya era "oficial". Aún faltaban más de tres horas de escrutinio, pero Syriza había ganado las elecciones. En realidad se estaban adelantando a los acontecimientos. A estas horas no se llegaba al 50 % del escrutinio.
Esto es la carpa de Syriza. Me gustan estas fotos porque tanto en la plaza como aquí había un montón de banderas multicolores y evidente presencia LGTB. No me pareció un detalle menor. Sorprendentemente, durante la semana siguiente se han escrito y dicho cosas incomprensibles para los propios griegos. Hay cosas que se argumentan en las calles, con las presencias, en los cuerpos, en las miradas.
Este momento fue hermoso. Llegaron manifestándose festivamente las trabajadoras de la limpieza del Ministerio de Economía. Llevaban seis meses acampadas frente al Ministerio porque habían sido despedidas de forma ostensiblemente ilegal. El estado se negaba a acatar sus propias sentencias. Tres días después recuperaron su trabajo.
Grabé una crónica del proceso, por si a alguien interesa:
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