Snowpiercer y La penúltima verdad

The Penultimate Truth by I2ebis
La penúltima verdad (The penultimate truth, 1964), de Philip K. Dick es una novela distópica deslumbrante. Explota temas y recursos de El hombre en el castillo, la novela que dos años antes, en 1962, convirtió y sigue manteniendo a Dick como uno de los más grandes escritores de ciencia ficción. La premisa de inicio es sencilla. Nos situamos en un mundo postapocalíptico. Se ha producido una guerra nuclear. La Humanidad ha quedado dividida entre los que “viven abajo”, en refugios subterráneos que han crecido hasta la pesadilla, y el ínfimo resto. Los que viven abajo se han convertido en una especie de sociedad de roedores humanos que trabajan hasta la extenuación en la fabricación de componentes robóticos cuya finalidad desconocen. En la superficie se desarrolla una historia completamente diferente. Es una novela política, sobre la desigualdad económica, pero, sobre todo, sobre la desigualdad absoluta al acceso de la información. Un 99 por ciento de la población carece absolutamente de relato. El relato de la superficie carece de tensión, y se vuelve, cada día más, una burda legitimación de la mafia gobernante. La potencia de la fábula es brutal, y funciona por un esquema físico entre abajo-arriba que refleja la desigualdad entre ambas sociedades. Resulta sorprendente cómo con un esquema narrativo -y físico- tan primario, K. Dick consigue capturar al lector con una contundencia incontestable.

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        Ambas narraciones nos sitúan ante la inminencia de la revolución. En ambos casos se enfrentan la desesperada lucidez y la plácida desidia del integrado. La actualidad de ambas es total. El problema de la organización de la rebelión es una constante. Se reproduce el esquema negación-represión-soborno por parte del poder. En ambos casos la sensualidad de las dos narraciones las convierten en placeres imprescindibles.
         Ayer leí una carta a un tipo llamado Nick Hanauer (http://www.politico.com/magazine/story/2014/06/the-pitchforks-are-coming-for-us-plutocrats-108014.html#.U7AHFrHNxEJ). Es un supermillonario yanki con una fortuna incalculable. El mismo explica su procedencia y la innecesariedad de poseer dotes o formación especiales para alcanzar esa meta. Curiosamente, su diagnóstico y profecía conectan absolutamente con las dos narraciones mencionadas. El título de su carta es lo suficientemente explícito: "las horcas están viniendo", y no se refieren a los cetáceos. La idea básica es que las élites gobernantes pueden intentar sobornar a los trabajadores con salarios más altos, lo cual redundaría en los beneficios de esas mismas élites, o esperar a que la revolución se produzca y, de forma indefinida, "todo salte por los aires".

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