Máscara, de Stanislaw Lem


"La realidad es, como siempre, más compleja y menos maliciosa". La realidad nos ignora. Nuestro relato suele asumir un diálogo entre la realidad y nosotros. Ese diálogo es falso. Lem escribe prescindiendo de la propia Humanidad. Le interesa ese punto del pensamiento en el que se vuelve autónomo. La Singularidad. El ser humano enfrentado a esa experiencia se queda sólo, y es medicado, o encerrado, o atado. La visión de ese pensamiento autónomo, singular, aterra al hombre, que no puede soportarlo. En Lem hay constantemente pensamiento científico y conocimiento del pensamiento religioso, al que parodia y burla con crueldad. Lem es un ilustrado.
           Cibernética y biología. Ciberbiología. Lem tenía claro que ese era el futuro. La acumulación de datos en tejidos vivos. La fusión entre artefacto y ser vivo. El cíber.
 

       Lem pensó y estudió la inteligencia artificial, la realidad virtual, la biotecnología, la nanotecnología y la propia singularidad. En general, no muestra miedo ni fascinación, sino una postura circunspecta, poco entusiasta. En ocasiones, se entrega a la pura pesadilla. En ocasiones, a la burla.
            Hay una historia que se repite: un científico descubre algo grandioso. Al contacto con la comunidad, ese descubrimiento acarrea la caida en desgracia del protagonista, que pasea anónimamente por el mundo su secreto, a la espera de que el narrador lo encuentre y reciba su historia. El protagonista es un vagabundo, un hombre perdido en una sociedad que no le escucha ni le tiene en cuenta. Este esquema se repite una y otra vez. ¿Conoció Lem a muchos hombres así? ¿Fueron muchos los científicos censurados y destruidos tras el muro?


Comentarios

Entradas populares de este blog

Mateo, de Armando Discépolo

Una estación de amor, de Horacio Quiroga

Historia de la locura en la época clásica, de Michel Foucault