Hoy caminé diez kilómetros. Hacía un delicioso día de primavera. Estuve en el Parque de la Memoria. Un lugar muy especial de Buenos Aires. Recién inaugurado. Caminé por el norte de la ciudad y miré el Río de la Plata. El urbanismo de esta ciudad es una metáfora perfecta de la historia argentina. Entre la ciudad y el Río de todos hay una maraña de clubs privados y de autopistas que prácticamente imposibilitan llegar a ver un espacio abierto de libertad. El paisaje privatizado. Cuando se dice que "Buenos Aires no mira al río", parece que estamos hablando de un resultado inevitable de algún tipo de ordenamiento geológico. Me permito esta enumeración -la sonoridad de los nombres es suficientemente evocativa-: Driving Rage Asociación Argentina de Golf, Club de pescadores, Solarium Ingeniero Carrasco, Club Alemán de Equitación, Club Gimnasia y Esgrima, Hipódromo Argentino, Campo Municipal de Golf, Buenos Aires Lawn Tenis Club, Parque Temático Tierra Santa, Balneario Parque Norte... Cada una de estas instituciones está rodeada por un valla de más de tres metros de altura y asegurada por guardias de seguridad en cada puerta. Entre medias hay carreteras para los autos. A todos ello se añade la Avenida Leopoldo Lugones, que evidentemente no es una avenida, sino una carretera de varios carriles en ambos sentidos imposible de cruzar si no es por rampas separadas entre sí por casi dos kilómetros. Como tantas otras veces, las palabras son tan significativas en esta ciudad, por no hablar de los títulos y nombres propios...

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