Chocó

Uno de los lugares del mundo donde más llueve. Costa a Pacífico y Atlántico. El sitio en el que se fundó una de las primeras ciudades postcolombinas en América, Santa María del Darién. Doscientos años después, en 1728, Barule, un esclavo, lideró una insurrección en el Chocó junto a los hermanos Antonio y Mateo Mina. Mucho antes de la proclamación de la independenca de Haití, hubo ya cimarrones en esta tierra. Crearon un palenque, una república de esclavos huidos. Eran 120 personas. A las pocas semanas llegó la represión del ejército español. Barule y los hermanos Mina fueron fusilados por el teniente Tres Palacios Mier. En 1795 Agustina, una esclava abusada por el esclavista Miguel Gómez, quien quería hacerla abortar, lo denuncia ante el juez Álvarez Pino, quien falla en contra de ella. Se quemaron casas y haciendas. El espiritu cimarrón seguía en pie. La rebelión entrañaba en muchas ocasiones la quema de las haciendas donde vivían los propios esclavos. Hay un elemento de desesperación en la mitología del Chocó. La maravillosa peli del mismo nombre que he visto transmite perfectamente esa desesperación y la rebelión resultante. No hay progresismo, no hay cálculo, no hay parafernalia ideológica o causal. Hay rebelión. Hay lucha. Hay desobediencia y explosión, hombres y mujeres ardiendo, después de vidas sumergidas en el esclavismo capitalista. El Chocó es el corazón negro de Colombia y de América, uno de esos lugares en los que el horror del genocidio blanco en América es más repugnante y visible. Las consecuencias en la actualidad son evidentes, y las FARC han insistido, en las negociaciones de Paz, en que el Chocó debe ser tenido en cuenta, y debe contar con un plan que garantice el cumplimiento de los Derechos Humanos en la región.

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            En la peli quedan muy bien reflejados un montón de problemas actuales: la minería salvaje, el machismo atávico, la imposibilidad de ningún tipo de planificación familiar, la opresión sobre los débiles, la ausencia de derechos civiles y laborales, la edificación precaria, la escasez... Es una película hermosa, dirigida por Jhonny Hendrix, con un guión sencillo y contundente, y rodada con una generosidad y eficacia tremendas. Fotográficamente es maravillosa, y la capacidad de jugar con la realidad, con el documentalismo, es asombrosa: la sensación de presencia, de realidad, es perfecta. No da mucho tiempo para reflexionar nada. Es una peli que atrapa, y sumerge. 
           El Chocó es el departamento más pobre de Colombia, y su subsuelo está repleto de metales preciosos. Efecticamente, este era uno de los lugares de El Dorado. La población negra mayoritaria a día de hoy son los descendientes de los esclavos comprados para llevar adelante las explotaciones mineras y plataneras durante la conquista española. A día de hoy la presencia de una minoría blanca que destroza el ecosistema y destroza a la población negra es un hecho.
              Es curioso -o no tan curioso- que la fiesta del "Sanpacho" esté dedicada a Francisco de Asís, que es el santo preferido de la región. En la peli aparecen momentos de esta festividad, que tiene mucho de carnaval, y que nos conecta con África y con el Mardigrass de New Orleans. La cultura afroamericana tiene una individualidad brutal, y al cruzar esa visión con otras de otras partes de América, desde Cuba a Honduras, Brasil o Estados Unidos, se da uno cuenta de que el sincretismo afroamericano ha dado lugar a una cultura perfectamente reconocible y potente. La explosión de esa cultura será paralela al despertar de África, si es que hay suerte y ese despertar se produce antes de que los psicópatas que nos dirigen destruyan la vida organizada en el planeta.
           

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