Walter y Ka

Alburquerque. Kars. Dos ciudades fronterizas. Con México una, con Armenia y Georgia la otra. Ambas en mitad de un desierto-estepa. Desolación y lejanía. La cultura es "eso" que viene a interferir, a molestar. Walter y Ka son dos ilustrados fallidos. El uno, profesor de secundaria en el instituto y el otro poeta exiliado en Alemania. Son dos buenos ciudadanos, sometidos a la opresión de los fuertes y a la desidia de sus iguales. Dos hombres tristes y entristecidos que, sin embargo, juegan sus vidas con habilidad. Ambos nacieron en los primeros años de la década de 1960. Están colgados en mitad de la Historia. No han dicho nada, y ya no van a tener tiempo de decirlo. Son conscientes de su nimiedad, de su insignificancia, y se encuentran con dos ámbitos peligrosamente "activos", dos espacios de gran energía: el narcotráfico y el islamismo radical. En contextos aparentemente lejanos, asistimos al mismo conflicto del hombre bueno occidental enfrentado a las consecuencias del capitalismo salvaje. En realidad, son dos personas que habitan periferias, y en las periferias hace frío, nieva, y el desierto lo engulle todo. La muerte es casi un descanso. La vida se parece bastante a la muerte. La frontera está cerca. La frontera llama y te absorve.


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