Atardecer de mayo con pandemia, cansancio y miedo
Florecieron los rosales con fuerza ese año. Estábamos encerrados. Salíamos con miedo, despacio, en el silencio callejero de un apocalipsis suave y extraño. Proliferaron los locos, los absurdos, los incongruentes. Había ruidos súbitos. Malentendidos. Cansancio. Encerrados, engordábamos, impotentes, a la espera, con esperanza en un cambio sin causa y sin esfuerzo. La sed de magia del perezoso, del rendido, del derrotado.
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