Punto medio - punto óptimo
El desconocimiento de los números nos permite utilizarlos como abalorios adivinatorios, y por tanto, como fuente de encuentro con las propias convicciones y prejuicios. Mi acceso a la realidad, como el de cualquiera, está limitado por mi experiencia personal y, sobre todo, por toda la información mediatizada. Esta información va generando un enorme campo imaginario y silencioso, una geopolítica del inconsciente. Como bicho político estoy sometido a este inmenso polo de mentira que es la agenda, las prioridades que desde el exterior se me insertan. La capacidad de respuesta es pobre. Pero al delirio sólo se le puede responder con el delirio.
La locura contemporánea se muestra en las estadísticas. Desde el campo sociológico y económico han invadido todo, monetarizándolo. Los datos son una proyección de imaginario sobre una supuesta construcción abstracta. Son pura política. Son nuestros mitos.
A vueltas con el decrecimiento y la agonía de nuestro mundo, se me ocurren dos medidas. De cada estadística, el punto medio, con el elemento de corrección poblacional por países. Ese punto medio definiría quién es ese tipo, ese lugar, esa atmósfera que mejor nos representa, "por término medio", a los seres humanos a día de hoy. El otro punto interesante sería la medida áurea. Equivale a 1,6180. A efectos delirantes, por encima de eso la Humanidad está "incómoda". La pretensión científica es nula.
Se me ocurre empezar con la esperanza de vida. Busco los datos del Banco Mundial. Se supone que la esperanza media de vida en el mundo es de 69,33 años. La esperanza "óptima" de vida sería de 85,70 años, si lo entendemos en el punto "áureo" sobre el total del doble de la esperanza "media". Es una opción como otra cualquiera. Y ahora viene lo divertido. Vamos a buscar esos dos lugares: aquel que se acerque más a la esperanza de vida media actual, y aquel que se acercaría a la esperanza de vida ideal. El lugar del mundo con una esperanza de vida más "representativa" del planeta actualmente es Indonesia, cuyos habitantes viven alrededor de 69,32 años. El país más cercano al "ideal" sería San Marino, que, sin embargo se queda por debajo, a unos dos años de esos 85,70 años por encima de los cuales, atendiendo a nuestro concepto "imaginario" de la duranción de la vida, sería poco deseable. Sin embargo, podemos buscar otro "punto óptimo": aquel que representa el 1,6180 entre el país con menor esperanza de vida, que es Lesoto, con 47,37 años, y San Marino, con sus 83,16 años. En ese caso, la esperanza de vida "aúrea" en nuestro planeta, a día de hoy, sería de 69,56 años, si introducimos la corrección poblacional, y esa, de nuevo, se parece a la esperanza de vida en Indonesia. Así pues, la esperanza de vida de la población a día de hoy podría considerarse que está en extraño equilibrio con la propia población. Si se aumentara la esperanza de vida en los países por debajo, que son algo menos de la mitad de la población, la otra mitad tendría que morir antes, porque gran parte de esa población está viviendo más años de lo que el conjunto puede soportar. Y por el camino, nos hemos encontrado tres lugares "representativos" de algo: Indonesia, San Marino y Lesoto, y con un número interesante: los 69 años de vida. Todo ser humano que sobrepasa esa edad es, a 2013, un tipo o una tipa con suerte.
Esto es un templo indonesio: un corte, un paso, un camino, un observatorio, un instrumento de medida, una pista de aterrizaje, un canal... El corte nos guía entre el complejo de templos. El peregrino es conducido a través de pasillos y canales, descansos, ascensos y descensos, en un proceso de transformación hacia el punto álgido de la experiencia. Aparte de templos, en Indonesia hay muchos surfistas, playas y palmeras... ah, y 242 millones de personas y 17.000 islas. País heterogéneo. "Unidad en la diversidad", es el lema de la república formada tras la Segunda Guerra Mundial. ¿Que sé de Indonesia? Nada. Vagos recuerdos de "enfrentamientos en Yakarta" entre musulmanes y no sé quién más. Es un país con enormes zonas de biodiversidad, y con una pobreza extendidísima. Indonesia significa lo que parece, las islas de la India. Por supuesto, lo inventó un inglés y después los nacionalistas lo adoptaron como nombre. En su historia colonial hay portugueses, ingleses y holandeses. Antes de ellos, musulmanes del sudeste asiático. Durante la Segunda Guerra mundial la invadieron los japoneses. Explotación y crueldad a raudales. Resentimientos antiguos. Victimarios impunes. El hombre estaba allí hace dos millones de años, casi desde el principio. Estuvo tranquilo hasta hace cuatro mil años, cuando la navegación dio lugar a las invasiones, ininterrumpidas hasta ahora. Lugares míticos: la isla de Java, por ejemplo, presente en nuestro imaginario a través de viajes literarios en la infancia y la adolescencia. Sumatra. Molucas.
La Indonesia contemporánea es el resultado de la dictadura de Suharto que sofocó el comunismo incipiente. Golpe de estado en 1965. Estados Unidos apoyando al dictador. Sangre y más sangre. Pobreza. Explotación de recursos. Colonialismo siglo XX. Independencia de Timor Oriental. Un país en ebullición, como una vieja cafetera a punto siempre de estallar. Tienen un gobierno republicano presidencialista bicameral, proporcional y territorial, respectivamente. Está en la órbita occidental. El neocolonialismo sigue presente. El fantasma comunista se disolvió, y apareció el fantasma islamista. Todo cuentos conocidos. El ejército indonesio sigue mandando, y mucho, y en su haber hay cientos de miles de muertos propios. Siguen ahí. No firman ningún tratado de derechos humanos ni por casualidad. Un país con muchos muertos en el armario.
La superpoblación se centra en la isla de Java. En todo el país conviven con los volcanes. Cada ciertos años hay un desastre en forma de terremoto, maremoto o erupción. La ceniza volcánica, sin embargo, es una de las fuentes principales de la biodiversidad brutal. Es un pais tropical y monzónico. Jamás se han puesto un abrigo. El desastre ecológico es constante, y no parece que esté sirviendo para aliviar la pobreza de sus habitantes. Las últimas hambrunas de dimensiones infernales son sólo de los años 60 del siglo XX. Están cerca. Muy cerca. La corrupción es omnipresente. La pobreza también. Actualmente están siendo más y más controlados por China, que está devorando el estado y la economías, pero sin llegar al pueblo, que es musulmán y en vías de radicalización. Hablan cientos de lenguas, y es un crisol cultural increíble. Es un punto de paso entre el sur y el norte desde el inicio de la navegación. Un país "sol". Adoran el bádminton. Son los mejores del mundo.
Podemos imaginar a ese señor de 69 años, a punto de morir. Nació en 1944. Recuerda las hambrunas de su niñez, la esperanza del comunismo que nunca llegó a ser, y la larga noche de Suharto. Probablemente ha trabajado la tierra toda su vida, con empleos esporádicos en la industria o para los turistas. Es pobre. Ha vivido pobre y muere pobre. Al borde del hambre toda la vida. Aterrorizado por el ejército y cualquier representante del estado. Quizás ha vivido en el campo, rodeado de una naturaleza exuberante que a lo largo de su vida ha visto morir hasta casi su desaparición. Nunca ha tenido un sistema de salud ni seguridad de ningún tipo. En general, una vida de resignación y trabajo. Mucho trabajo: para los holandeses, los ingleses, los americanos y, ahora, para los chinos. Es musulmán. Practicante y heterodoxo, como todos los indonesios. Al morir, sus pulmones tienen sustancias químicas y humo prohibido en los lugares en los que se consume el resultado de su trabajo. Ha dejado su vida a cambio de cifras de crecimiento macroeconómico que si alguien se las intentara explicar le harían morir de la risa. Obviamente es analfabeto. Habla imperfectamente la lengua nacional y su dialecto. Tiene memoria folclórica y narrativa rica y fabulosa. Conoce el teatro y la fiesta. Muere viejo en un país de jóvenes. Muere entre niños abandonados, entre ruido y furia, con un país desbordado, colapsado. Probablemente no cree en el progreso. Es una idea que le resulta ajena. Conoce el miedo, y tiene una idea cíclica de la historia. "Ahora unos, después otros". Es oriental. Es isleño.
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