Hoy caminé diez kilómetros. Hacía un delicioso día de primavera. Estuve en el Parque de la Memoria. Un lugar muy especial de Buenos Aires. Recién inaugurado. Caminé por el norte de la ciudad y miré el Río de la Plata. El urbanismo de esta ciudad es una metáfora perfecta de la historia argentina. Entre la ciudad y el Río de todos hay una maraña de clubs privados y de autopistas que prácticamente imposibilitan llegar a ver un espacio abierto de libertad. El paisaje privatizado. Cuando se dice que "Buenos Aires no mira al río", parece que estamos hablando de un resultado inevitable de algún tipo de ordenamiento geológico. Me permito esta enumeración -la sonoridad de los nombres es suficientemente evocativa-: Driving Rage Asociación Argentina de Golf, Club de pescadores, Solarium Ingeniero Carrasco, Club Alemán de Equitación, Club Gimnasia y Esgrima, Hipódromo Argentino, Campo Municipal de Golf, Buenos Aires Lawn Tenis Club, Parque Temático Tierra Santa, Balneario Parque Norte... Cada una de estas instituciones está rodeada por un valla de más de tres metros de altura y asegurada por guardias de seguridad en cada puerta. Entre medias hay carreteras para los autos. A todos ello se añade la Avenida Leopoldo Lugones, que evidentemente no es una avenida, sino una carretera de varios carriles en ambos sentidos imposible de cruzar si no es por rampas separadas entre sí por casi dos kilómetros. Como tantas otras veces, las palabras son tan significativas en esta ciudad, por no hablar de los títulos y nombres propios...
Mateo, de Armando Discépolo
El grotesco argentino es un género continuador del sainete criollo, al que completa y supera. Lo que eran historias eminentemente cómicas se vuelven más dramáticas e interiores; los personajes se hacen más complejos, incorporando el naturalismo europeo, y la configuración del lenguaje y del espectáculo se hace más ambiciosa. En ese ámbito se desarrolla el trabajo de Armando Discépolo. Mateo es una obra que reúne muchos de los elementos del genéro, y es uno de sus clásicos. Toca los temas preferidos del autor: un sistema económico condenatorio, la unidad familiar amenazada, la oposición entre juventud y senectud, modernidad y tradición, moralidad y éxito exterior, autenticidad y acomodamiento social, debilidad y poder... Su lectura nos conecta con referencias posteriores de sobra conocidas, como El ladrón de bicicletas o La muerte de un viajante . La inspiración está en las novelas de Zola, en el melodrama italiano, en el sainete criollo mencionado, en Pirandel...
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